Su Santidad Juan Pablo II el dia 27 de mayo 1989, así habló a los 10.000 niños de Armata Bianca presentes en Sala Nervi, Vaticano:
Queridísimos niñitos,
estoy muy contento de veros tan numerosos y alegres, y a todos os saludo con gran cariño.
Pertenecéis a aquella asociación especial de oración y de apostolado que se llama Armata Bianca, porque está consagrada a María Santísima.
Habéis venido de tantas ciudades de Italia y os acompañan algunos Obispos, a los cuales doy mi fraternal saludo, agradecido con ellos, como con todos vosotros.
Agradezco sobretodo al Señor porque os ha donado una fe tan grande y simple, pero convencida y profunda. También a vosotros Jesús dijo: “Dejad que los niños vengan a Mi, no lo impidáis, porque quién es como ellos pertenece al Reino de Dios” (Lc 18,16).
Conocéis los empeños de vuestra asociación: consagrarse a Dios Padre y a María, empeñándose en la oración del Rosario, con particular intención de reparación por la conversión de muchos al mensaje cristiano.
Os exhorto a ser fieles en tal tarea, uniendo a la oración el testimonio de la bondad. El mundo necesita vuestra bondad e inocencia para volver a encontrar el camino de Cristo, y para salir de muchas situaciones de pobreza moral.
Queridísimos, proclamad el valor de la bondad, sobretodo con la fuerza de la generosidad y de la gracia, con una grande y generosa amistad hacia Jesucristo. De un tal mensaje el hombre siente hoy una inmensa necesidad, quizás hasta una gran nostalgia, un impelente deseo. Por lo tanto, sed fieles a vuestro empeño de oración y a la devoción a María Santísima. Vosotros sabéis bien que el mensaje y la invitación de la Virgen a los chicos de Fátima es substancialmente solo esto: “Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores”.
Hoy yo también quisiera dejaros un recuerdo de esta visita, y lo hago con una recomendación: Sed fieles al encuentro con Jesús Eucarístico participando con alegría a la festiva mesa del altar dominical, Jesús os convoca para el día de fiesta, os quiere cerca en su sacrificio; quiere estar en comunión con vosotros. De Jesús aprended a amar al prójimos, a ser generosos con todos, a buscar momentos de solidaridad con quién sufre, con quién os necesita.
Ayudad a la Iglesia en su misión de Maestra de la Verdad, de Madre de gracia. Ayudadla también vosotros a difundir la fe. Esto es posible con el estudio del Catequismo, con el conocimiento de sus palabras, con vuestra afectuosa correspondencia a las invitaciones de los Obispos y de los sacerdotes que os guían. Sed los valiosos apóstoles de Jesús para vuestros amigos, y para ellos repetid a menudo la oración que se le enseñó a los niños de Fátima: “¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por aquellos que no creen, no esperan, no adoran y no te aman!”
¡Que la Virgen María os proteja, os asista, os vuelva perseverantes en el propósito desafiante de la oración del Rosario! ¡Que os ayude mi bendición, que ahora con afecto os imparto, y que de buena gana extiendo a vuestros familiares y a vuestros educadores!
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