El EspÃritu Santo en el siglo pasado comenzó a presentar a la Iglesia y al mundo un nuevo Rostro del Padre, gracias a los pastorcitos de Fátima y a algunas criaturas excepcionales (Charles De Foucauld, 1856-1916; P. JoaquÃn Rossetto, 1880-1935; Madre Eugenia Elisabetta Ravasio, 1907-1990 y otros) que vivieron intensamente la espiritualidad del Padre, sintetizada en una ternura fuerte y dulcÃsima. La encÃclica de Juan Pablo II ‘Dives in Misericordia’ confirmó esta nueva y poderosa inspiración del EspÃritu en la Iglesia.
En este contexto, nos interesa especialmente Madre Eugenia, a quien tuvimos la gracia de conocer, y el mensaje que el Padre le dictó en 1932. Contamos con sólidas garantÃas eclesiales: nunca una revelación privada fue examinada tan profundamente por una comisión de expertos –nombrada por el obispo de Grenoble, Mons. Alexander Caillot– y aprobada después de diez años de cuidadosos estudios.
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