Nos topamos con aquella ruina, caminando en la montaña junto a nuestros niños y algunos de sus familiares: la pequeña iglesia era utilizada como establo, el techo casi caído, la canónica totalmente destruida. Quedamos fascinados de la belleza del lugar y decidimos de hacer algo para remediar al degrado y poner el complejo digno de una casa de Dios.
Hablamos con el padre Ruggero Gallo, párroco de Camarda, en la cual jurisdicción estaba la pequeña iglesia de San Pedro de la Genca. El nos dice que no le interesaba y que estaba muy ocupado por los trabajos de la iglesia parroquial.
En la Curia obispal
nos informaron que no existían intereses pastorales en aquel lugar, casi del todo despoblado y que debíamos dirigirnos a la Sobreintendencia de los Bienes Arquitectónicos.
El responsable de este oficina nos dijo que no había fondos para destinar a aquella estructura, además considerada sin ningún interés artístico.
Nosotros decidimos tomar la responsabilidad de los trabajos porqué no era justo dejar la casa de Dios en aquellas condiciones y, con palas y carretas iniciamos a jugar a la restauración.
Fue el trabajo-vacaciones del verano de 1984: el maestro Juan Antonucci, albañiles Padre Andrea D’Ascanio y los muchos niños con sus papas. Todos trabajaban, desde el más grande al más pequeño, con el mejor esfuerzo posible y, al final del día, la oración daba el significado a cada esfuerzo. Una mano muy valiosa nos la dieron los hermanos Vincenzo e Massimo Pulsoni de Camarda; determinante para rehacer el techo fue lo aportado por Edmundo y Livio Ruggeri de Roma. La iglesia se reconsagró el 24 octubre de 1984, al fondo se colocó un gran ovalo prefigurando al Padre que acoge el Hijo después de su victoriosa vida terrenal. En esta pequeña iglesia llevábamos todo aquello que nos visitaban a L’Aquila: ha conocer a los pequeños y a los menos pequeños el verdadero Rostro de Dios, Padre de ternura y de misericordia, es uno de la tarea primarias de la Armada Blanca.
Nuestra intención era consagrar al Padre un lugar donde se pudieran encontrar sus hijos en el maravilloso escenario de la rocosa abrúcese.
A restauro terminado fue entregada.
El 20 de julio de 1995, el Dr. Julio Di Nardo, en calidad de secretario del Movimiento, escribe a Mons. Peressin la siguiente carta:
Excelencia Rev.ma,
Le rogamos de renovarnos el permiso de utilizar la pequeña iglesia de San Pedro de la Genca, restaurada a su tiempo por nuestra asociación "Blanca Armada". Por otros 5 años...
Será nuestra obligación proveer para ultimar los trabajos de la pequeña canónica...
Nos bendiga.
para la Blanca Armada
Julio Di Nardo
Mons. Peressin, el 24-7-’95 pone en calce a la carta: "El Arzobispo lo consiente" y el Vicario, don Demetrio Gianfrancesco, añade: "El párroco de Camarda, escuchado por teléfono el la tarde del 24 de julio, está de acuerdo."
Continuamos entonces los trabajos de la pequeña canónica, que fueron terminados por la Sobreintendencia de los Bienes Arquitectónicos, a seguir de nuestras presiones.
Juan Pablo II y la pequeña iglesia de San Pedro de la Genca
Conociendo el amor que Su Santidad Juan Pablo II tenia por la montaña del Gran Sasso y por los niños, le hicimos llegar – por medio del Card. Andrea Deskur, que siempre lo informaba de la iniciativa de la Armada Blanca – una invitación formal porqué hiciera una visita en una de sus excursiones al Gran Sasso.
Añadimos a la solicitud un álbum fotográfico y la llave de la pequeña iglesia. Era nuestra intención que encontrara muchos niños, como cuando vino a L’Aquila en el agosto ‘80 y como en la audiencia en la Sala Nervi el 27 de mayo 1989. Aquí está la copia de la invitación:
ARMADA BLANCA
L’Aquila, septiembre 23 de 1996
Nuestro Papá querido,
Te enviamos un álbum con las fotos del trabajo que desempeñamos para arreglar una pequeña iglesia a las faldas del Gran Sasso, donde tú vienes a veces. Se llama San Pedro, como la grande donde tu estas, y es el corazón espiritual de la Armada Blanca.
Esta iglesita era una ruina, y era un establo en el cual los pastores tenían los animales. Su interior estaba cubierto de feas frases y era negro de humo, porqué los pastores también prendían el fuego para hacerse un asado. Mas había quedado la estatua de San Pedro que, siendo de cemento y muy pesada no se la había llevado.
Fuimos en aquel lugar en el verano de 1984 a hacer una excursión y nos disgustó mucho ver el estado que se encontraba aquella iglesita.
Los niños que estábamos nos empeñamos a trabajar por todas las vacaciones y al otro día, con la supervisión de Padre Andrea, iniciamos con una pala y una vieja carreta. Después llegaron nuestros padres y la Iglesita tomó una cara nueva.
Cada día rezábamos el Rosario y ofrecíamos nuestro trabajo para que desde las ruinas de la vieja Iglesia naciese una nueva y mas esplendorosa, que marcase el triunfo del Corazón Inmaculado de Maria: para la renovación no de una sola pequeña Iglesia en montaña, mas de toda la santa Iglesia de Dios.
Algunos de nosotros te encontró cuando llegaste a L’Aquila, el 30 de agosto de 1980. En aquella ocasión, junto a otros 4.000 niños reunidos en el estadio, te esperábamos rezando el Rosario entero para que en Polonia se llegara a un acuerdo entre el Gobierno y Solidarnosc: por tu llegada queríamos darte el don de la Paz en la tierra. La Virgen nos escuchó: el acuerdo, después de muchos meses de lucha, fue firmado justo en la tarde de aquel día.
Después fuimos a verte a Roma, éramos 400, todos de L’Aquila. Regresamos otra vez en la Sala Nervi en el 1989, esta ves éramos en 10.000, de muchas partes de Italia.
Nuestro amado Papá, tu siempre estas con los “grandes”, en tu “grande” San Pedro. ¿Por qué no vienes una vez a rezar y a jugar con nosotros “pequeños” en nuestra “pequeña” San Pedro?
Nosotros niños de la Armada Blanca – ya tantos en el mundo – rezamos cada día el Rosario por ti y te ofrecemos nuestra vida, “listos ha aceptar todo lo que el Señor querrá mandarnos” para que tu puedas vencer la gran batalla de Maria.
¿Vienes? Te esperamos con mucho amor y te mandamos la llave.
Bendícenos siempre y abrázanos con todo tu Amor.
Los niños de La Blanca Armada de ayer y de hoy.
Previo acuerdo telefónico llegó al lugar un Monseñor para visionar la situación y celebrar la S.Misa; nos informaron que Su Santidad aceptaba la invitación y que vendría a conocer “la pequeña San Pedro aquilana” mas no quería que el mundo lo supiera, aquella sería una visita privada. Respetamos Su deseo.
Más cuando fugó la noticia de Su llegada, rimbombaron los sonidos publicitarios y – como siempre sucede – exponentes políticos y parroquiales de la pequeña comunidad de Camarda, recordaron la iglesia de San Pedro hasta entonces olvidada y reducida en establo, creyéndose con el derecho de la restauración y de su gestión.
Fue a lo mejor bajo aquel “derecho” que se cambiaron las serraduras y desaparecieron de la iglesia de un día al otro, las imágenes de la Trinidad, de San Miguel y la tabla escrita que recordaba el trabajo desempeñado en la restauración por la Armada Blanca. De esta expropiación sagrada fue levantada una demanda el 7 de mayo de 1997, solo siguió el silencio y la deposición de un “dono conmemorativo” de la obra de restauración efectuada por la ciudadanía de Camarda y de la Sobreintendencia, olvidándose totalmente del desenvolvimiento y participación de la Armada Blanca.
Una ves mas, nada nuevo bajo el sol…
La historia continua…
Mayo 18 2005. Se bautiza oficialmente el “Sendero Wojtyla", un sendero que desde la iglesita de San Pedro de la Genca (1166 mtslm) sube hasta la torre rocosa que los alpinistas locales limaban el "Gendarme", a trabes la cresta que comunica la cima de las Malecoste al Pizzo Cefalone. La cima es rebautizada con el nombre de “cima Juan Pablo II” (2424 mtslm), el nombre de otra "roca", la del Vicario de Cristo que trajo el mundo a "dirigir la mirada hacia lo alto, hacia las cima de la gracia y de la gloria".
Sobre la cima fue depositada una cruz en hierro con la imagen del Papa Wojtyla, al centro, y sobre sus brazos los cuatro protectores de la ciudad de L'Aquila: San Massimo, San Bernardino de Sena, Sant'Equizio y San Pedro eremita, conocido como Papa Celestino V.
Estamos agradecidos que otras iniciativas nos hayan seguido, mas nos preguntamos el porqué destruyeron la imagen del Padre que daba a la pequeña iglesia de San Pedro una dimensión profética: era la primera Iglesia en el mundo dedicada a Dios Padre.
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