>> ¿Quieren ofrecerse a Dios? Para niños de seis años en adelante (Primaria) (en tres partes) consultar>>
(Se aconseja reunir a los niños de pre escolar en pequeños grupos).
Pequeñitos míos, ¡buenos días a todos ustedes!
- “Yo soy ..... (Presentarnos) ¿Saben ustedes quién es esta Señora aquí presente? (*enseñando la imagen de María) ¿Quién es?”
- “¡María!” -”¿Y quién es María?”
- “¡La Mamá de Jesús!” - “Es verdad, pero ¿de quién más es la Mamá?”
- “¡De nosotros!” - “¿Sólo de ustedes los niños, o también de los grandes?”
- “¡También de los grandes!”
- “¿Y es también la Mamá de esas personas grandes que hacen cosas malas, que roban, que matan...?” -”¡Sí!... ¡No!...” (*Dejar que los niños contesten).
- “Muy bien, niños. Ahora les voy a explicar una cosa importante: todos los hombres, buenos y malos, grandes y pequeños, pertenecen a una sola familia, de la cual Dios es el Papá, la Virgen es la Mamá, Jesús es el Hermano mayor y todos nosotros somos hermanos.
Como sucede en todas las familias numerosas, también en la grande familia humana hay algún hijo que no se porta bien, que hace cosas malas... El Papá y la Mamá lo quieren siempre, a pesar de que es malo. Pero... cuando ustedes se portan mal, ¿su papá y su mamá están contentos?”
- “¡Nooo!”
- “Seguro que no, porque el papá y la mamá quieren que sus hijos sean siempre...”
- “...¡Buenos!” (*Dejar que contesten los niños)
- “Bueno, ahora les voy a contar una historia muy importante. Se la voy a contar como un cuento, pero es una historia verdadera, que empezó en el Cielo... ¿Saben ustedes cómo es el Cielo?” (*Dejar que contesten los niños) –“¡Es azul!... ¡Es blanco!...”
-“Es verdad, el Cielo es azul; cuando hay nubes es blanco o gris... Pero detrás del color azul o blanco hay un mundo maravilloso, que se llama el... (*Dejar que contesten los niños) ¡Paraíso! El Paraíso es un mundo bellísimo; en algunas cosas es parecido a la tierra: hay muchas flores, hay siempre un Sol maravilloso... Pero más que nada es bellísimo porque en el Cielo todos son buenos y todos se quieren: nadie grita, nadie sufre, nadie está solo, juegan siempre y sonríen siempre...
La historia que voy a contarles sucedió allí, en el Cielo...
¿Dónde está la Virgencita?” (*Dejar que contesten los niños) - “¡En el Cielo!”
-“¿Y quién más vive en el Cielo?” (*Dejar que contesten los niños) - “Jesús..., Dios Padre..., los Ángeles..., los Santos...”
- “Y nuestros familiares que mueren, ¿a dónde van?” (*Dejar que contesten los niños) - “¡Al Cielo”.
“Un día la Virgen estaba paseando por los espléndidos jardines del Cielo y se encontró con Dios... ¿Quién es Dios?” (*Dejar que contesten los niños, si nadie lo dice, sugerir: “Dios es nuestro…) –“¡Dios es nuestro Padre!”
... Y María vio que Papa Dios estaba muy triste. Nuestra Mamá, María, le dijo: - Papá querido, ¿por qué estás tan triste? Todos te queremos mucho, todos te amamos...
Y Papá Dios le contestó: - Sí, es verdad, aquí en el Cielo todos son buenos y me quieren mucho; pero Yo tengo muchos otros hijos que están en la...” -”...¡tierra!” (*dejar contestar a los niños)
- “De esos hijos, algunos son buenos, especialmente los niños; pero entre los adultos hay muchos que no me aman, que no me quieren con ellos, que me insultan, que hacen cosas feas, roban, hacen daño a sus hermanos, se matan entre ellos con mucha violencia y guerras... ¿Cómo puedo estar Yo contento, si tengo tantos hijos malos, que están en peligro de irse al infierno?"
La Virgen María se puso a llorar y dijo a Papá Dios: - "Padre mío, yo no puedo verte sufrir... Si Tú me lo permites, yo bajaré a la tierra y haré que todos los hombres se vuelvan buenos; te lo prometo".
El Papá del Cielo sonrió a la pequeña María, que tanto lo ama, y le dijo: - “Está bien, baja a la tierra; pero cuídate, que no te recibirán y no te escucharán... Y gracias por lo que lograrás hacer”.
Y María bajó a la tierra. Pero nadie se había dado cuenta, parecía una mamá como muchas otras. Y Ella iba donde estaban sus hijos más malos, y trataba de convencerlos para que fueran buenos.
Se acercó a unos muchachos que se estaban peleando, diciendo malas palabras, que estaban desobedeciendo a sus padres, y les dijo: - “Hijos míos, ¿por qué hacen cosas malas? ¿Por qué no se portan bien?”
Pero le contestaron: - “Nosotros ya no somos niños; hemos crecido y hacemos lo que se nos antoja. ¡No queremos escucharte!”
¡Pobre Mamá María! Y seguía caminando por las calles del mundo... Así llegó a un país en que había una guerra terrible, había muchos soldados que se disparaban entre ellos con los rifles y se mataban. Ella la Mamá María hablaba con ellos y decía: - “Hijos míos, ¿por qué se están matando, por que no hacen la paz yno se aman, no juegan juntos, no se ayudan?…”
Pero ellos respondían: “Nosotros somos grandes, ahora tenemos las armas y queremos matarnos. No queremos escucharte”.
¡Pobre Virgencita! ¡Pobre Mamá nuestra del Cielo! Estaba tan cansada, y se detuvo un poco para descansar, y lloraba, y decía: “Estos hijos míos no quieren escuchar, yo ya no puedo más! He prometido al Papá del Cielo de hacerlos buenos, pero sola no puedo. Debo encontrar a alguien que me ayude… Y quién podrá ser?”
(*En este punto los niños puede ser que empiecen a decir:
- “Jesús…” y se contesta: - “pero Jesús está en el cielo”
- “Dios…” y se les contesta: -“pero también Él está en el cielo…”
- “Los Ángeles…” y se les contesta: -“pero también los Ángeles están en el cielo…”)
La Virgen tenía necesidad de alguien que la ayudara aquí en la tierra… ¿Que podía hacer? A quién podía pedir ayuda?
Entonces Ella caminó y caminó hasta que un día vio a tres niños pastorcitos que se encontraban en el campo cuidando ovejitas. Eran tres niños un poco más grandes que ustedes, y se llamaban Lucía, Francisco y Jacinta… La Virgen vio a los tres pequeños y pensó: - “¿Pueden ser los niños? ¡Los grandes no me quieren escuchar y no me quieren ayudar! ¿Pero tal vez puede ser que los niños me ayuden? ¡Se los pediré!”
De repente los niños vieron una grandísima luz, pero en medio de esta luz una Señora bellísima, más esplendorosa que el sol. Tuvieron un poco de miedo… pero la Señora los tranquilizó con estas palabras: “Niños, ¡no tengan… (* hacer que los niños lo digan) …miedo! No quiero hacerles… (* hacer que los niños lo digan) …mal!”
Los niños sintieron confianza y empezaron a hacerle preguntas a esa bella Señora: - “¿Tu quién eres? ¿Como te llamas? ¿De donde vienes? ¿Que quieres de nosotros?”
Y la Señora contestó: - “Yo soy María, la Mamá de Dios y de todos los hombres… Yo vengo del Cielo… He venido porque quiero que los hombres se vuelvan buenos, pero sola no… (*hacer que los niños lo digan) …puedo! ¡He venido a pedir a ustedes niños su ayuda!… ¿Quieren ayudarme para que todos se vuelvan buenos?”
Los tres niños pensaron un poco y después dijeron con todo el corazón: - “!Sí, te ayudamos!”
La Virgencita con esos tres niños hizo tantas cosas bellas, que las contaremos cuando ustedes vayan a la escuela (catecismo).
Pero ahora les digo una cosa muy importante que la Virgencita me ha dicho esta mañana: - “En este lugar hay tantos niños… ¡Vamos a ver si están dispuestos a ayudarme como hicieron esos tres niños de Fátima! Yo ya no puedo más!” Y por eso he venido aquí. Y ahora le pido:
- “¿Hay alguien entre ustedes que está dispuesto a ayudar a la Virgen? ¡Levante su manita quien quiera ayudar!” (* Levantar la mano para dar el ejemplo) - “Yo… yo… yo…!”
- “Bien ahora bajen sus manitas y contesten aquello que les pediré: ¿Quieren ayudar a la Mamá del Cielo para que todos se vuelvan buenos?” –“¡Síiii!”
- “¿Quieren ofrecerse al Papá del Cielo para consolarlo de todos los sufrimientos que le dan los hijos malos? - “¡Síiiii!”
Bien, yo ahora les voy a enseñar algunas pequeñas oraciones que ustedes deben rezar siempre. La primera al Papá del Cielo: “¡Papá me doy a Tí!” Repitámosla todos juntos: “¡Papá me doy a Tí!”
La segunda a la Mamá del Cielo: “¡Mamá me doy a Tí!” Repitámosla todos juntos: “¡Mamá me doy a Tí!”
La última a nuestro Ángel: “Hermano mío, dame la mano y llévame a Dios!” Repitámosla todos juntos: “Hermano mío…”
Ahora los invito a dar un pequeño beso a la Mamá del Cielo. ¿Se lo enviamos? - “¡Síii!”
Entonces enviémosle este besito… No, así no llega… Así como lo hago yo, con un soplo (* dar el ejemplo enviando un “besito soplado” a María).
Así está bien… pero ha surgido un pequeño problema: esos besitos llegaron todos juntos, y la Mamá del Cielo no se ha dado cuenta quien se lo envió.
Queremos darle un besito individualmente uno a la vez, así Ella lo recordará bien: - “Este me lo ha dado Juan… este María… este Antonio…” ¿Lo intentamos? “¡Síiii!”
Bien, entonces hagamos una fila y uno por uno le da un beso a la Mamá, diciéndole la oración que hemos aprendido: “¡Mamá me doy a Tí!”
(*Hay que estar muy atentos porque los niños se confunden al decir esta pequeña oración, que se les debe hacer repetir hasta que la vayan pronunciando correctamente. Además sucede muy a menudo que no todos los niños están dispuestos a dar su besito y a pronunciar la breve fórmula de consagración: casi siempre hay alguien que se niegue esto debe de ser tomado como confirmación de la validez de consagración de aquellos que dicen la oración de consagración y dan de buena voluntad el besito a Mamá).
Terminar con un canto y un saludo a la Virgen. |