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“¿Quieren ofrecerse a Dios...?” E so fue lo primero que la Virgen preguntó a los tres niños, y tienen que entender bien qué es lo que significa. Voy a poner un ejemplo para ver si lo entienden:
Todos han recibido un Rosario, que ahora tienen en el cuello. Ese Rosario, antes de dárselos, era nuestro. Pero ahora que se lo hemos dado, ¿de quién es? ¿A quién pertenece? -“¡A nosotros!”
. Ahora ese Rosario es de ustedes y pueden hacer con él lo que quieran, porque es una cosa suya. Pero si no se los hubiéramos dado, ¿qué habrían podido hacer?
-“¡Nada!”
Ahora vamos a decir una cosa un poco más importante. Si le decimos a Nuestro Padre del Cielo: -“¡Papá Dios, me ofrezco a Ti!”, entonces ¿a quién perteneceremos?
-“¡A El!”, me contestan; y es cierto, porque nos hemos entregados a El.
Si nosostros nos entregamos a El, ¿qué puede hacer con nosostros el Papá del Cielo?
-“¡Todo lo que quiera!”. Es natural, porque entonces le pertenecemos.
Pero no tengan miedo, porque El quiere servirse de nosostros para dar la Paz al mundo.
Pero si alguno me dice: “Yo al Papá del Cielo no le quiero ofrecer nada, no quiero hacer lo que la Virgen me pide”, ¿qué podrá hacer El con ustedes?
-“¡Nada!”, me responden, ¿Y saben por qué? Porque El nos ha creado libres y no quiere obligar por fuerza a nadie. Respeta nuestra libertad.
A los tres niños de Fátima la Virgen les hizo una invitación, les pidió un favor, y ellos eran libres de decir que sí o que no. Respondieron que “sí”, y de esa manera salvaron a su Patria de la guerra. Si hubiesendicho que “no”, ¿qué habría ocurrido a Portugal?
-“¡Habría sufrido la guerra!” ¿Ven que importantes son los niños?
¿Lo han entendido bien? Bueno, pues ahora, si la Santísima Virgen les pidiera ayuda a ustedes para salvar al mundo, ¿hay alguno aquí presente, que estaría dispuesto a ayudarla? ¿Quién? Uno soy yo (* dar el ejemplo levantando la mano). ¿Quién más? ¿Quién levanta la mano? ¿Todos?
Bueno, ahora yo les hago la misma petición que la Santísima Virgen hizo a los tres niños de Fátima: “¿Quieren ofrecerse a Dios, y están dispuestos a aceptar todo lo que El les envié, por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores?” Después añadiré: “por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María”. Cuando haya pronunciado la palabra “María”, los que quieran ayudarla responderán fuerte: “¡Sí!”; ¿de acuerdo?
Pero antes que nada debemos consagrarnos al Ángel de la Paz, a San Miguel Arcángel, con esta pequeña oración:
- “¡Hermano mío, dame la mano y llévame a Dios!”
Digámosla todos juntos: - “Hermano mío...”
Estemos todos con las manos juntas, con los ojos cerrados y cada uno pregúntese a si mismo si quiere decir “si” a Dios con todo el corazón. Hagamos un minuto de silencio (20, 30 segundos). ¿Listos?
(Con voz clara, pronunciando bien las palabras): “Hermanitos míos: les pido en nombre de la Virgen, que tiene necesidad de nuestra ayuda: ¿quieren ofrecerse a Dios, y están dispuestos a aceptar todo lo que Él quiera enviarles, por la paz en el mundo, por la conversión de los pecadores, por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María?” -“¡Síííííííí...!”
No, no me gusta. Quiero un “Sí” que salga de verdad del corazón; un “Sí” potente, que haga temblar de alegría y de emoción el Cielo y que haga llover sobre la tierra un mar de Amor... ¡Un “Sí” que haga temblar de miedo al infierno! Vamos a hacer otra vez la prueba, y esta vez es la que vale.
Ahora hagamos una pausa de silencio. Recuerden que este es el “Sí” más importante de su vida, del que depende la salvación de tantos hombres.
Todos con las manitas juntas y los ojos cerrados. Cada uno pregúntese a sí mismo si de verdad, con todo el corazón, quiere responder que “Sí”.
¿Listos?
Niños, se los pido en nombre de nuestra Mamá del Cielo, que ha venido a pedirles su ayuda: “¿quieren ofrecerse a Dios, y están dispuestos a aceptar todo lo que Él quiera enviarles, por la paz en el mundo, por la conversión de los pecadores, por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María?”
-“¡Sì!”.
Bien, niños, ahora estaremos otro minuto en silencio, siempre con los ojos cerrados y las manitas juntas y le pediremos a la Virgen que abra las manos, como hizo en Fátima, y haga que baje sobre nosotros y sobre el mundo entero el Amor de Dios. (*Pausa de 20-30 segundos)
..Y ahora, niños, les digo otra cosa de parte de nuestra Mamá… ¿Saben lo que les dice? Les está diciendo “¡Gracias! ¡Gracias por haber aceptado mi invitación!”
Les enseño dos pequeñas oraciones de consagración, que ustedes van a repetir muchas veces todos los días. Una a la Mamá del Cielo: - “¡Madre, te doy mi corazón y mi voluntad, para la eternidad, salva a la humanidad!”.
La otra es al Papá del Cielo: “¡Padre mío, Padre bueno, a Ti yo me ofrezco, a ti yo me doy!”
Repitámosla todos juntos, fuerte.
Gracias, niños. Gracias de parte de Papá Dios y de la Mamá del Cielo; gracias también de parte mía.
Ahora les darán un tríptico para aprender a rezar el rosario (los maestros o los acompañantes distribuyen los trípticos con la explicación de los misterios de Rosario)
Continua... 1 | >>2 | 3 |